Recostada en su cama y haciendo
un intento más, tomo el bolígrafo de tinta negra en sus manos y comenzó a
escribir un pequeño párrafo, seguido de esto, nada, no le venía nada en la
cabeza ¿Qué clase de Escritora era ella, si ni siquiera podía concentrarse en
lo que le apasionaba? Muy molesta cerro
su libreta gris de golpe y la lanzo al suelo junto con el bolígrafo, ya era de
mañana, se le estaba haciendo tarde para su entrenamiento pero no tenía
energías, de nuevo, estaba pensando demasiado.
—>>Es inútil, no puedo
concentrarme en algo tan importante como esto, se supone que ya me dije que no
volveré a verlo pero ¿Por qué me siento mal?,¿por qué me afecta, me duele el
pecho de solo pensar que estoy lejos de él << se cuestiono en su mente, la puerta de su habitación fue abierta.
—Hija —le hablo su “padre” — Ya son las
6:00am,¿aún no te has preparado? Tu entrenamiento….
—Lo se papá, solo…dame cinco minutos
—dijo sin mirarlo sentada en su cama.
—Bueno —acepto y cerró la puerta.
—Suspiro profundamente, se puso de pie
encaminándose al espejo de rectangular con el cual se visualizaba todo el
cuerpo, mirándose ella misma— Grey Martin, ahora debes vivir como antes, debes…hacer
como si el, nunca..hubiera llegado a tu vida
—se dijo frunciendo el ceño y vio cómo su otro reflejo se movió
involuntariamente, como si estuviera viva.
—Déjate de cosas Grey, sabes que no
podemos —hablo su reflejo.
—¿Q-que? C-claro que sí, hemos olvidado
a nuestros antiguos novios
—Ah, los de manita sudada.
—Cállate, igual se consideran novios…¿O
no?
—Grey.
—¿Qué mierda quieres otra “yo”?
—Por favor no hagas algo que presiento, no
huyas de él, enfréntalo, respóndele a su confesión, es lo mejor.
—>>Tiene razón<<— Pero...
—Grey.
—P-pero..es que…¿¡ah que mierda hago,hablando con mi estúpido reflejo!?
Se gritó y giro el espejo de espaldas, ¿se
estaba volviendo loca? Eso parecía, tal vez su otro Yo tenía razón, debería
responderle al joven mexicano su confesión, pero ¿Por qué siente que hay muchos
que no la quieren ver con él? Cuando esta con él, pasan problemas, dificultades, peleas,
eso no es normal, pero aun así, le duele tenerlo lejos ¿Por qué?
Después de su duro y estricto
entrenamiento de dos horas seguidas, la rubia se preparaba para dar las clases
de Tae Kwon Do esta vez a adolescentes, al terminar de explicar la clase, puso
en prueba a un alumno que durante la clase parecía distraído, estando ambos en
el centro del “área de combate” el joven empezó con una fuerte patada hacia las
costillas de la chica pero esta las esquivo contratacando con doble patada al
aire, casi le daba, mientras se dedicaba a esquivar y evadir los ataques del
chico con demasiada facilidad, se perdió por un instante en sus pensamientos, le
vino el nombre de : Gabriel Montiel, su imagen se vio reflejada en sus ojos, su
sonrisa, su carisma, su calidez, sus pequeños pero expresivos ojos que
brillaban más que el mismo sol y ¿Cómo olvidar esas palabras?.
..
—¿P-por
qué? —se preguntó— Ah.. —Se levantó lentamente, sentándose en la cama y se giró
a verla— Bueno.. Eso es porque Te quiero
—¿Eh?
—asustada lo miro.
—Sí,
te lo diré mil veces si quieres, Grey Martin yo te quiero y…—se acercó a ella y
la rodeo con sus brazos, abrazándola— Mucho. —cerro sus ojos.
..
Nunca nadie le había dicho esas palabras,
que tal vez una mujer solo escucha sinceramente una sola vez en la vida,
recordó el abrazo y como al estar entre sus brazos se sentía protegida, había
cerrado sus ojos por unos segundos, hasta que sintió como el talón del joven
logro golpearla en la barbilla, era obvio que por distracción logo derribarla, la
chica cayó al suelo algo mareada, los alumnos gritaban
—¡Wow Juan mereces un premio, golpeaste
a la profesora! —exclamo impresionado uno de ellos.
—¿Maestra está bien? —dijo otro
acercándose un poco.
—La chica se encontraba tirada en el
suelo, le dolía la cara y con sus ojos entrecerrados, escucho el grito de su
padre, su rostro apareció al instante delante de ella tratando de hacer que
reaccionara.
—¡Grey! —grito el adultoy la cargo en
sus brazos llevándosela a revisar el golpe.
Jamás, siendo cinta negra la habían
logrado lastimar, pero esta vez sí ¿Por qué? La respuesta era muy simple y es que
simplemente ese hombre le había robado al fin sus pensamientos, aun casi
desmayada no dejaba de pensar en él, estando recostada en una camilla, su padre
la revisaba con una pequeña linterna, inspeccionándola desde a dentro de su
boca, para ver si no había lesiones graves.
—Bueno, creo que solo tienes un
moretón—Dijo con alivio apagando la pequeña linterna.
—Padre. —lo llamo desviando la mirada
seria y se levantó, sentándose en la camilla.
—¿Si?
—Hay…un chico que me ha estado
siguiendo, ha venido a nuestra casa dos veces y…—la interrumpe.
—Ah, ¿hablas de Gabriel? —Cuestiono
mientras sacaba de su botiquín una curita, sentado a un lado de ella.
—¿C-como supiste?
—Tu madre tomo tu celular sin permiso y
leyó los mensajes, lo siento —dijo riendo un poco.
—Tch, mamá como siempre—molesta—P-pero
Papá, el ayer en la noche se me confeso.
—¿De verdad, y que le dijiste? —pregunto
y coloco la curita en la pequeña herida aun lado de su pequeña barbilla.
—No pude decir nada y es que desde un
inicio creí a verle dejado las cosas claras, están extraño….—bajo su mirada
seria—No comprendo por qué..
—Eso es fácil hija, él es un hombre y tu
una mujer..muy hermosa —sonrió y le acaricio la cabeza retirándose.
—Quedo muda y solo le vino una cosa a la mente >>Gabriel..<<.
.
.
.
Estaba lloviendo fuerte, eran las
10:46am,el aire se podía sentir helado, pero en el departamento del W2M Crew, todos
habían terminado de almorzar, se concentraban en el
trabajo, nada los podía detener, mientras el Wero leía con gran concentración
el Video blog de esta semana en una libreta escrito por Gabo el cual en estos
momentos estaba en su habitación, después de unos minutos, termino de leer, el
chico de piel pálida tenía unas dudas sobre el guion así que decidió, ir a la
habitación de su amigo a aclarar sus dudas.
Era una puerta de madera blanca, con
perilla plateada, muy sencilla así como el moreno lo era al vestir, con un
semblante pacifico el Wero se aproximó a la puerta, girando el pica porte y
entrando a paso apresurado a la habitación de su amigo, él se encontraba
recostado aun con sus heridas vendadas y en posición de “momia” con sus ojos
cerrados, la ventana de su cuarto que se encontraba enfrente de su cama, estaba
abierta se sentía como entraba el aire helado y el olor a tierra mojada
curiosamente nostálgica, el chico de ojos azules, se acercó a Gabriel,
tocándolo del hombro para que reaccionara por si estaba dormido.
—Gabo —lo llamo.
—Abrió los ojos y se giró a verlo—Ah, qué
onda wey —sonrió leve.
—Tengo algunas dudas sobre el guion de
este viernes —tomo la silla que era para la computadora de escritorio y se sentó
a un lado de él.
—Oh, si ¿Qué pasa?
—Veras, sobre esta línea —le enseña la página—¿Quién
hará el papel de la novia?
—Ah —se tocó la frente— Si olvide eso, escribe
en una esquina ahí —le señalo— Que Federico.
—Está bien —obedeció y escribió el
nombre— Y en esta línea que dices la frase “Ponte la de puebla” esta rayada.
—Ah, si la quite, es que obviamente nos
ven de otras partes y no van a entender esa frase.
—Oh, qué bueno —sonrió y seguía leyendo.
—No ha parado de llover —dijo Gabo ahora
serio viendo por la ventana.
—Sí, ¿ah tienes frio? Si quieres cierro
la ventana —dijo y se aproximó a paso acelerado a la ventana.
—¡No! —grito el moreno y le lanzo su
almohada.
—¡Auch! —se masajeo la cabeza después de
recibir el golpe.
—A-así déjalo.
—Lo miro extrañado—B-bueno.. —Regreso a
su asiento—¿Cómo te sientes?
—Ya mejor —dijo seguro—De hecho pensaba
levantarme, no pienso dejarles a ustedes todo el trabajo.
—No es necesario —le aclaro tranquilo—
Tu ven cuando te sientas mejor.
—No, les quiero ayudar —sonrió y tomo su
celular buscando si la rubia le dejo un
mensaje, nada— Ricardo…—lo llamo.
—¿Si?
—Grey se fue ¿en la noche de aquí
verdad?
—Si —recordó.
—¿N-no te dijo nada?
—Eh no, llegaron , curo tus heridas y…después
se despidió y me dijo que cuidáramos de
ti
—¿Cuidaran? —>>Ósea que ¿está
preocupada?<<— Ah ya veo.. —desvió la mirada.
—Si pero oye, enserio ¿no quieres que
cierre la ventana?, hasta a mí me está dando mucho frio.
—No, el frio y..la lluvia hacen que
recuerde a Grey —dijo mirando hacia la ventana.
—Lo miro desconcertado— ¿Por?
—Por qué el aire esta frio y la lluvia
es fuerte e inesperada —cerró sus ojos inhalando el fresco aroma a tierra
mojada que provenía desde la ventana.
—Vaya, Gabo…tu…—le toco el hombro— ¿Te
gusta tanto?
—La quiero y demasiado.
—Oh —sorprendido—Bueno, es una mujer
muy…diferente a la que nosotros hemos conocido debo de admitir, es muy
atractiva, se defiende y…—interrumpido.
—Si ¿verdad? —se giró a verlo sonriendo
mostrando sus dientes—¡Ella es increíble, conoce mucho de video juegos, anime, cultura,
libros, historia, literatura inglesa, japonesa, española…!
—Si, si ya entendí viejo…—rio un poco.
—L-lo siento, creo que me emocione —se incorporó.
—No te preocupes, bueno, cuando quieras
puedes bajar, si todo está en orden —dijo su amigo poniéndose de pie.
—Ah, sí claro bajare en un momento —le sonrió.
El Wero se retiró cerrando la puerta, Gabo
continuo recostado, pensaba en ¿Qué estaría haciendo ella en estos momentos? Si
está preocupada por el ¿Por qué no viene a verlo? No la comprendía muy bien, había
dejado su celular aun lado en una pequeña mesa de madera, en un intento por
tomarlo, sin fijar su mirada en lo que hacía, sintió un trozo de papel, se percató
de esto y se giró a ver, parecía una nota, su corazón empezó a latir, al
parecer este presentía algo, con sus manos temblando, tomo el pequeño papel en
sus manos desdoblándolo y empezó a leer.
..
Gabriel, cuándo leas esto, seguramente ya es de mañana, solo
quiero que sepas que y aun que tu no lo admitas, saliste lastimado por mi
culpa, Héctor y Eduardo eran conocidos míos, canadienses igual que yo pero que
crecieron en México como yo, tu no tenías nada que ver con ellos, con mis
problemas, tu no…tienes nada que ver conmigo, desde que empezaste a seguirme,
me preguntaba ¿Qué veías en mí, por qué yo tratándote como una mierda, sigues
aun lado mío? Y aun después de lo ocurrido, me agradecías por a ver aceptado
una cita contigo, no estabas enojado, era lógico que te enojaras, pero no fue
así, solo me sonreíste y….me mostraste un lado cálido que nadie me había
mostrado, me dices extraña, cuando tú eres el extraño para mí,por mi culpa te
golpearon cruelmente, siempre que estamos juntos ocurren problemas, tragedias,
peleas, violencia, eso no es normal, no comprendo cómo tu…puedes, seguir aquí,
será mejor que te alejes de mí ,porque puedo hacerte más daño y no quiero
lastimarte, ya no quiero lastimar a nadie más por mi culpa, es torturante,
Créeme que yo no soy la indicada para ti.
.
Atte: Grey Martin
.
Al terminar
de leer la pequeña carta, Gabriel soltó un suspiro pesado, ”lavo” su rostro
pasando su mano en su cara, se puso de pie acercándose a la ventana viendo las
calles a través de esta, observando como
caía la lluvia, ¿Qué quiso decir, que no quiere verlo nunca más? Según ella no quiere
“causarle daño” pero él no ve el daño, tal vez lo más cruel que le ha hecho es
no responderle su confesión, pero él estaba dispuesto a esperar una respuesta,
si ella no entendía sus sentimientos por ella con palabras, entonces seria con
acciones, estuvo un rato trabajando con sus amigos, para después salir del
departamento, vestido, con algunas curitas en su rostro, no estaba en buen
estado pero no le importaba, le había avisado a sus amigos que regresaría más
tarde, tomando un taxi se dirigió al gimnasio de artes marciales, donde daban
clases Grey y su padre.
Al llegar, el vehículo amarillo se estaciono
en la entrada, el moreno pagándole sus servicios bajo del taxi viendo de pie, la
puerta estaba abierta, suspirando profundamente cubrió su cabeza con la capucha
de su sudadera sin cierre, camino a la puerta, asomándose primero, no había
presencia de la chica, dio un paso adentrándose al lugar, parecía vacío, lo
cual le extraño mucho, siguió caminado por el gran salón amplio y lleno de
material de entrenamiento, el centro de combate cubierta con una alfombra
acolchonada azul, paseo su vista más adelante y pudo visualizar una pequeña
cabina de madera con ventanas, al parecer era donde se comunicaban con los
dueños del lugar, ahí adentro vio una figura femenina, ¿Grey? podía ser, quiso
ver mejor para cerciorarse de que era ella, cuando sintió que tocaron su
hombro y luego lo "abrazaron" por el cuello con brusquedad.
—¡¿Cómo
estas cabrón? te quiero un chingo! —exclamo con rudeza y a la ves alegría el
Sr.Martin, con un sonrisa sin detener sus actos.
—Ah..—Apenas
pronuncio— Sr.Martin, h-hola —dijo tartamudeando y tocándose el cuello.
—¿Puedo
tomarme una foto contigo? —le pregunto.
—Ah,s-si
claro, con mucho..g-gusto —apenas y respondió.
.
.
Desde la
cabina, la canadiense se asomó por la ventana, viendo como su padre se tomaba
una foto con el moreno, su corazón palpitaba mucho, otra vez está aquí, de
nuevo la vino a buscar, quería verlo, quería saludarlo, su corazón le pedía a
gritos que saliera y corriera a abrazarlo, pero su cuerpo y mente no le
respondían, sobretodo su orgullo, suspirando profundamente, saco su celular
escribiéndole un mensaje a su padre, al terminar de mandarlo se alejó de la
ventana y se recargo en la pared.
Al terminar
de tomar la foto el adulto rubio soltó al mexicano por fin y este un poco
adolorido tocando su cuello, recordó a que había venido.
—Disculpe.
—¿Si? —veía
la foto y luego le llego el mensaje de su hija.
—¿Esta aquí
su hija Grey?
—Ah —leyó el
mensaje—N-no, ya se fue, salió temprano porque, eh, por qué se lastimo la
barbilla en un combate.
—¿Que, y está
bien? —le cuestiono preocupado aún tocándose el cuello.
—Sí, no te
preocupes.
—>>¿Me
estará mintiendo?, yo vi en la cabina una figura, me pareció ver a Grey ahí
adentro<< —¡Grey!
—¡Oye,
detente ya te dije que aquí no está! —exclamo algo asustado el adulto.
—>>Siento
mi corazón acelerado, eso solo pasa cuando ella esta cercas<<—¡Solo
quiero verte, ver tu rostro, ver tu ojos, esos bellísimos ojos en los que siempre pienso y me dejan toda la noche sin
dormir!
No tiene
respuesta y continúo.
—¡Aun que
tú, no quieras verme, yo sí y con eso me basta para venir a buscarte, quiero
dejarte claro...!
—>>Este
chico está loco<< Pensó el Sr.Martin.,con una peculiar sonrisa.
—¡Que te amo
Grey Martin,y siempre lo hare! —concluyo dejándose caer al suelo de arrodillas
y se tocaba su pecho.
—¡Hey, chico
¿estás bien? —se acercó el adulto y le toco la espalda.
El moreno no le respondió, solo
se puso de pie y se encamino a la salida, sin mirar atrás, el Sr. Martin
parecía conmovido al escuchar esas atrevidas palabras a todo pulmón, ese hombre
estaba loco por su hija, claro está.
Grey, estaba temblando, se sentía
mareada, nadie le había gritado a los cuatro vientos que la amaban, ¿Hasta dónde
era el capaz de llegar? Empezó a creer que escapar de él no estaba siendo buena
idea, tenía que enfrentarlo, verlo cara a cara y responderle, estaba siendo una cobarde y eso no lo podía aceptar.
.
.
Después de ir al gimnasio, Gabriel
había pasado también a “arreglar” algo que era para Grey, fue tardado el
proceso, ya era la 1:00pm, el moreno regreso al departamento, al abrir la
puerta de entrada, lo primero que ve es a Yuya quien sonriendo se le lanza
encima abrazándolo efusivamente y dándole muchos besos en los labios, el moreno
sintiéndose molesto e incómodo, la aparto de él, tratando de no ser brusco.
—¿Yuya que haces aquí? —le pregunto
alejándose un poco de ella.
—Vine de visita —sonrió.
—¿Qué?
—¡Si! —grito con esa voz tan chillona y aguda.
—Ah —exclamo fastidiado— ¡¿Quién te dejo
entrar?!
—¡¿Cristian, no es una chulada que yo
esté aquí?!
—Ah.. —lo interrumpió.
—Mira —lo tomo de la mano llevándoselo
consigo y en la mesa de la sala había un plato de plata, lleno de muchos
muffins de chocolate decorado con chispas de colores—¡Les traje este presente!
—Yuya..
—Dime Yuyita —lo miro sonriendo
hipócritamente.
—Quiero que te vay..—interrumpido.
—Oh, Ya llegaste Gabo —bajo Luis de las
escaleras que conducían a las habitaciones— ¿Ya viste el regalo que nos trajo
Yuya? Vaya ella si es amable —tomo un muffin y le dio una mordida.
—Si —dijo Cristian e imito a Luis— Que
suerte tienes de tenerla chango.
—¡A huevo ya tenía hambre ¡—exclamo
llegando de la cocina Federico y tomo dos muffins mordiéndolos— ¡Saben muy
bien! Gracias Yuya.. —le sonrió y continuo comiendo.
—Órale ¿Quién trajo esto? —Salió detrás de
ellos, por la puerta de entrada, Isra con su mochila, llegando de jugar futbol,
sorprendido.
—Yuya —Contestaron al unísono Luis y
Cristian.
—Gracias Mariand —agradeció igual Isra y
tomo un muffin.
—Tch, hey chicos.. —mascullo tocándose
la frente Gabo, la castaña estaba de pie recargada en su pecho sonriendo con
los ojos cerrados.
—Oigan ¿y Felix? —Pregunto Luis.
—Ah, ese wey a de andar pidiendo dinero,
nunca trae —respondió Federico riendo.
—¿Qué pasa por que tanto ruido? —les
pregunto a todos el Wero también, bajando de las escaleras.
—Esta chulada de mujer—señalo Federico a
Yuya— Nos trajo un postre.
—Ah —exclamo el Wero para luego ver a
Gabo rojo del coraje, el chico de piel blanca se acercó a él preocupado— ¿Estas
bien Gabo?
—El moreno escuchaba la escandalosa
conversación de todos, más la pregunta del Wero, los mimos empalagosos de Yuya,
estaba a punto de explotar, pero inhalo profundamente y exhalo —Piripitiflautica
—pronuncio en un tono casi inaudible y se alejó de Yuya limpiando al fin sus
labios que de nuevo los había manchado de labial— ¡Hey, escúchenme! —grito lo
suficiente para que los del Crew lo escucharan.
—¿Ahora qué? —cuestión Luis algo
molesto.
—El moreno se colocó enfrente de ellos y
los miro con desaprobación— Ya les había dicho que no aceptaran ya nada de
ella, no entiendo por qué la dejaron entrar.
—¡Gabo! —lo llamo Yuya molesta— Es solo
un regalo de mi parte sabes que te quiero —hizo un puchero tratando de verse
inocente.
—Pero ya no eres mi novia —la miro con
ira.
—Y sé por qué ya no lo soy —frunció el
ceño— Te gusta esa tipa salvaje ¿Por qué?
—Ella es muy diferente a todas las
mujeres que he conocido en mi vida —se cruzó de brazos— Incluyéndote.
—¡Uuhh! —exclamaron en unísono todos y
otros chasquearon con sus dedos.
—Esa mosca muerta no tiene nada de
especial, no tiene futuro.
—¿Y tú como sabes? A ella le apasiona
escribir, es una escritora, ella crea historias, no hace videos de tutoriales,
eso cualquiera lo puede hacer —la encaro molesto.
—Si yo quiero, también puedo escribir y
hasta publicar un libro, soy famosa —lo miro con sus ojos cristalinos.
—L-la fama no lo es todo.—desvió la
mirada y se tranquilizó.
—Claro que sí, ya veras, te demostrare
lo contrario —dijo seria y comenzando a derramar lágrimas, se retiró del lugar
dejando la puerta abierta.
—Ah —se tocó la cabeza el moreno con estrés.
—Gabo ¿estás bien? Si quieres te traigo
una pastilla. —se ofreció su mejor amigo.
—S-si gracias —apenas y le sonrió.
—Ah pues ¿Por qué tanto drama? ¡Cámara!
—exclamo Federico y no dejaba de comer.
—Hay que dejar que este trio, resuelvan
sus cosas —dijo Luis despreocupado retirándose.
—Hey Cristian —se acercó Isra al chico
aperlado— ¿Vamos a jugar Xbox?
—Ya estas —sonrió y se fueron arriba
subiendo las escaleras.
El mexicano con dolor de cabeza y de
corazón también, se sentó en un sillón tocando su frente, esa castaña lo sacaba
de quicio, y la rubia lo desconcertaba, tenía que demostrarle a la canadiense,
que sus sentimientos son reales.
—>>Grey..<<.
.
.
Mariand estaba furiosa, no podía creer
el comportamiento del moreno hacia ella, nunca le había hablado así, es como si
al insultar a esa rubia era como si lo insultaran a él, en un vehículo
conducido por su hermano mayor ,fue en camino a la casa de German, al llegar él
ya la esperaba en la puerta de entrada.
—Mariand —le sonrió leve viéndola bajar
del auto, Sergio se quedó adentro de este ya que la castaña no iba a tardar.
—German —se aproximó a el—Necesito que
me digas donde vive la gata callejera.
—Ah, bueno en realidad no está muy lejos
—se asomó por la calle viendo hacia los lados— Es por ahí —señalo con su dedo
índice a la derecha— Cruzas una cuadra, derecho y es la num.324, color gris, es
fácil de ubicar.
—Sus grandes ojos cafés siguieron el
señalamiento del pelinegro, de nuevo se giró a verlo—Ya regreso.
—E-espera, ¿Qué vas a hacer? —le
pregunto curioso.
—Hablare con ella —dijo alzando su
barbilla, muy engreída.
—No se puede hablar con ella.
—No me importa, yo hare que entienda mi
advertencia, no le tengo miedo —se giró y se encamino a la colonia señalada
anteriormente.
—>>¿Sera Agilado(tonta), quiere
salir lastimada?<< Se cuestionó inconforme German.
.
.
El auto de Sergio se estaciono por el
pequeño parque que estaba cercas de la calle donde vivía Grey, la castaña bajo
del auto, comenzando a caminar por la banqueta de dicho parque, la rubia venia
en sentido contrario, al parecer iba a un mandado, de nuevo llego “casualidad”,
la aperlada paro en seco y miro a la chica blanca de frente, con desaprobación
y mucho coraje, cruzándose de brazos la llamo.
—¡Grey Martin!
—Apenas percatándose de la presencia de
la castaña, se detuvo viéndola unos tres metros alejada de ella— ¿Ah, cejotas?
—apenas y reacciono viéndola sin inmutarse.
.
.
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